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Cincuenta años después, las víctimas siguen sin justicia

31 de Octubre de 2025

Por Juan Cigarría. PCE La Rioja

El Estado español se dispone a conmemorar con solemnidad el 50 aniversario de la muerte del dictador. Documentales, exposiciones y actos institucionales que intentan proyectar la imagen de un país reconciliado con su pasado. Tras esa fachada de memoria edulcorada se esconde una verdad incómoda, las víctimas del franquismo siguen sin justicia, sin verdad y sin reparación. El 31 de octubre, Día de las Víctimas del Franquismo, llega así entre gestos huecos y palabras vacías, en un país que todavía no ha juzgado un solo crimen de la dictadura.

Desgraciadamente para las víctimas, la memoria histórica se ha convertido en un trámite administrativo, una política de gestos que pretende cerrar heridas sin abrir las cunetas. Las familias continúan buscando a sus desaparecidos sin apoyo judicial, mientras el Estado delega la justicia en subvenciones y discursos vacíos. La verdad sigue siendo incómoda para quienes temen mirar al pasado porque saben que ese pasado sigue vivo en las estructuras del poder. Mientras tanto, las instituciones presumen de memoria democrática. RTVE emite documentales con motivo del 50 aniversario de la muerte de Franco, se subvencionan actos conmemorativos, se reformulan los nombres de las calles. Pero en los juzgados sigue sin haber una sola causa penal abierta por los crímenes de la dictadura. En este país se honra a las víctimas con flores, pero se protege a los verdugos con leyes.

Conviene recordar que el derecho a la verdad, la justicia y la reparación es un principio universal recogido por Naciones Unidas y reconocido por el derecho internacional. Las víctimas de los crímenes más graves, las desapariciones forzadas, la tortura, las ejecuciones extrajudiciales, etc tienen, o deberían tener, derecho a conocer lo ocurrido, a que se identifique y juzgue a los responsables, y a que el Estado repare el daño causado. No se trata de venganza, sino de justicia democrática. Sin ese derecho, nuestra sociedad convive con el crimen como sifuera parte del paisaje, y la democracia se convierte en un decorado que tapa la impunidad.

Resulta especialmente grave la hipocresía de la izquierda institucional, la que hoy gobierna y proclama su compromiso con la memoria mientras se desentiende de la justicia. Se celebran leyes que no aplican, aplauden exhumaciones sin jueces y evitan hablar de responsabilidades. Condenan dictaduras lejanas, pero guardan silencio ante la suya. Hablan de democracia mientras protegen a quienes heredaron el aparato judicial, militar y económico del franquismo. Y lo hacen con la naturalidad de quien ha aceptado que en España la impunidad es la norma.

Y lo más grave es que en España sigue habiendo víctimas de primera y víctimas de segunda. Las del terrorismo de ETA cuentan con reconocimiento público, homenajes oficiales, recursos y memoria institucional. Las del franquismo, en cambio, siguen fuera del marco de la democracia, ni justicia, ni reparación, ni verdad. Para el Estado, hay víctimas que merecen medallas y víctimas que merecen olvido. Las unas caben en los discursos del poder, las otras, no caben en su democracia.

En La Rioja, la situación es el reflejo más claro de ese abandono. La Ley de Memoria histórica, aprobada hace más de dos años, sigue sin desarrollo. No hay acto institucional, ni monumento, ni políticas públicas que garanticen verdad, justicia y reparación. El Gobierno regional, antes del PSOE, ahora del PP, ha preferido mirar hacia otro lado. Las víctimas del franquismo riojanas no tienen reconocimiento ni amparo. Sus familias siguen esperando.

Por eso, un año más, el Partido Comunista de España e Izquierda Unida organizamos por nuestra cuenta, una vez más, el acto en recuerdo de las víctimas del franquismo. Sin apoyo institucional y sin presencia de las autoridades. Lo hacemos por dignidad, por memoria y por justicia. Porque fueron los comunistas y todos los antifascistas quienes defendieron la libertad cuando ser libre costaba la vida. Y porque si el pueblo no recuerda, el poder borra.

Vivimos aún en un franquismo sociológico que impregna las instituciones y la vida cotidiana, un sistema que se niega a garantizar de manera efectiva los derechos fundamentales de la clase trabajadora. La misma estructura de poder que protege la impunidad del pasado es la que hoy permite la especulación con la vivienda, el deterioro de la sanidad pública, la precariedad laboral o la privatización de la educación. No hay democracia real mientras el pueblo carezca de derechos materiales. Las víctimas del franquismo no necesitan homenajes vacíos ni minutos de silencio, necesitan justicia, verdad y reparación. Y el pueblo necesita una República que no sea símbolo. Una República que nazca del pueblo trabajador y garantice pan, techo, dignidad y libertad.

Porque sin memoria, no hay democracia, y sin justicia, no hay futuro.

Categorías: Memoria histórica

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